X FECHAS

x orden alfabetico

mis 17

ENLACES

+ vistas

VARIOS


Contador Gratis
relojes para blogger html clock for websites contador de usuarios online
PULSAR   1  de arriba para cerrar pestaña

Mario Vargas LLosa



VARGAS LLOSA 
“ELOGIO DE LA LECTURA Y LA FICCIÓN”

  Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Arequipa, Perú, domino 28 de marzo de 1936) más conocido como Mario Vargas Llosa, es un escritor en lengua española, considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos. 

Peruano de nacimiento, cuenta también con la nacionalidad española, que obtuvo en 1993. Su obra ha cosechado numerosos premios, entre los que destacan el Nobel de Literatura en 2010, «por su cartografía de las estructuras del poder y sus imágenes mordaces de la resistencia del individuo, su
rebelión y su derrota».

  
Vargas Llosa nació en el seno de una familia de clase  media de ascendencia mestiza y criolla en la ciudad de Arequipa, en el sur del Perú. Vargas Llosa vivió con su familia materna en Arequipa hasta un año después del divorcio de sus padres, momento en que su abuelo fue nombrado cónsul  honorarios del Perú en Bolivia. Con su madre y la familia de ésta, Vargas Llosa se muda a Cochabamba, Bolivia, donde pasó los primeros años de su niñez. 

En 1946 a la edad de 10 años, se trasladó a Lima, donde se encontró con su padre, por primera vez. Vargas Llosa empezó con seriedad su carrera literaria con la publicación de sus primeros relatos: El abuelo (en el diario El Comercio, 9 de diciembre de 1956) y Los Jefes (en la revista Mercurio Peruano en febrero de 1957). A fines de 1957 se presentó a un concurso de cuentos organizado por La Revue Française, una importante publicación francesa dedicada al arte. 

Su relato titulado El “desafío” obtuvo el primer premio. Su primera novela “La Ciudad y Los Perros”, fue publicada en 1963; la obra se desarrolla en medio de una comunidad de cadetes en una escuela militar en Lima y la trama está basada en las propias experiencias del autor. En 1965, Vargas Llosa publicó su segunda novela “La casa verde” acerca de una casa-burdel del mismo nombre y sobre cómo su casi mítica presencia en Piura afecta las vidas de los personajes. La tercera novela de Vargas Llosa “Conversación en la Catedral” fue publicada en 1969, a la edad de 33 años. 

Su primer intento de escribir una novela satírica fue “Pantaleón y las Visitadoras”, obra publicada en 1973. Después están “La tía Julia y el escribidor”, “La guerra del fin del Mundo”, y en 2010 publica “El sueño del celta”.  El 7 de octubre de 2010 se le concede el premio Nobel de Literatura, de cuyo discurso de aceptación recojo algunos párrafos a continuación, titulado “ Elogio de la lectura y de la ficción”.(Wikipedia).
  Para Vargas Llosa la escritura y, en este discurso la lectura, y en general la literatura, es una forma de vivir, de escapar a los dolores y sinsabores de la vida, de huir a mundos ideales, que nos saquen en muchos momentos de nuestra vida diaria y al mismo tiempo nos conviertan en mejores seres humanos. Como dice “el  mundo es hoy menos cruel gracias a la influencia de los fabuladores y contadores de cuentos”.
  
He escogido aquellos párrafos que, literariamente, me han parecido más sobresalientes, omitiendo todos los recuerdos sobre su juventud, su pasado político y la crítica feroz que hace a todo tipo de nacionalismos, bien políticos, religiosos o de otro tipo.

ELOGIO DE LA LECTURA Y DE LA FICCIÓN:

 “Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo, con nitidez, cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, o luchar junto a d’Artagnan, Athos, Portos y Aramís contra las intrigas que amenazaban a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras...Toda la vida he tenido a mi lado gentes así, que me querían y alentaban, y me contagiaban su fe, cuando dudaba. Gracias a ellos y, sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero...

Gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría..Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes… Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana…

 Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. Si no hubiera sido por España jamás hubiera llegado a esta tribuna, ni a ser un escritor conocido, y tal vez, como tantos colegas desafortunados, andaría en el limbo de los escribidores sin suerte, sin editores, ni premios, ni lectores, cuyo talento acaso –triste consuelo– descubriría algún día la posteridad...El paraíso de la infancia no es para mí un mito literario sino una realidad que viví y gocé en la gran casa familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y compañeros de colegio podíamos reproducir las historias de Tarzán y de Salgari, y en la Prefectura de Piura, en cuyos entretechos anidaban los murciélagos, sombras silentes que llenaban de misterio las noches estrelladas de esa tierra caliente..Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero (su padre), en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa..

 La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional...Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hemos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma
del tiempo y de convertir en posible lo imposible”.